La idea de una Europa fuerte que actúe con una sola voz en el mundo ha animado a los países miembros a trabajar juntos para lograr una política exterior coherente. Los progresos realizados en los últimos años han sido lentos pero constantes.
El primer paso se dio a principios de la década de 1950 con el ambicioso proyecto, que fracasó, de crear una Comunidad Europea de Defensa compuesta por los seis miembros fundadores. La fase siguiente fue la denominada «Cooperación Política Europea», lanzada en 1970, que intentó coordinar las posturas de los Estados miembros sobre los asuntos de política exterior que surgían cada día. Los países de la UE presentaron declaraciones conjuntas siempre que pudieron, pero en los temas más candentes no siempre fue posible alcanzar la unanimidad requerida para adoptar las decisiones.
En los últimos 15 años, la Unión ha intensificado sus esfuerzos para desempeñar un papel político y de seguridad a nivel internacional que esté más en consonancia con su situación económica. Los conflictos surgidos en Europa tras la caída del muro de Berlín en 1989 han convencido a los dirigentes de la UE de la necesidad de actuar conjuntamente y con eficacia. Recientemente, la lucha contra el terrorismo internacional ha reforzado esta convicción.
Las enseñanzas de los Balcanes
El principio de una política exterior y de seguridad común (PESC) se reconoció formalmente en el Tratado de Maastricht de 1992. Pocos meses después estalló la guerra en la antigua Yugoslavia. La Unión Europea intentó sin éxito actuar como intermediario para aportar una solución política a la crisis. Al no disponer la UE de un ejército propio, sus Estados miembros sólo podían intervenir como parte de las fuerzas armadas de la OTAN y las Naciones Unidas.
La enseñanza extraída de esta experiencia no cayó en saco roto. Como consecuencia de las guerras de los Balcanes y de los conflictos de la década de 1990 en África, la UE creó la política europea de seguridad y defensa (PESD) en el marco global de la PESC.
La PESD permite enviar fuerzas militares o policiales a zonas en crisis para llevar a cabo operaciones humanitarias, de mantenimiento de la paz, gestionar crisis e incluso procesos de paz. La acción militar corre a cargo de una fuerza de intervención rápida de la UE, distinta de la OTAN, pero que tiene acceso a los recursos de la OTAN.
Las primeras misiones de la PESD se realizaron en la antigua Yugoslavia, el escenario de anteriores acciones frustradas de la UE. En enero de 2003, una misión policial de la UE sustituyó al grupo de oficiales de policía de las Naciones Unidas en Bosnia y Herzegovina, mientras que, tres meses después, las fuerzas armadas de la UE ocupaban las posiciones de la OTAN en la Antigua República Yugoslava de Macedonia.
En los últimos años se han hecho diversos intentos para simplificar el proceso de toma de decisiones en el marco de la PESC. Sin embargo, las decisiones clave todavía deben adoptarse por unanimidad, un método complicado con 15 Estados miembros que ahora lo será aún más con 25. A pesar de haberse comprometido en la PESC, a veces los gobiernos nacionales tienen dificultades para modificar sus propias políticas nacionales en nombre de la solidaridad de la Unión. Un ejemplo que ilustra esta dificultad fueron las profundas divisiones que surgieron entre los Estados miembros en la primavera de 2003 sobre si el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas debía autorizar la guerra dirigida por los EE.UU. contra Iraq.
En la cumbre en diciembre de 2003, los dirigentes de la UE adoptaron una estrategia europea de seguridad. Esta estrategia reconoce que los ciudadanos europeos y de todo el mundo se enfrentan a las amenazas potenciales del terrorismo, la proliferación de armas de destrucción masiva y la inmigración ilegal. Cada una de estas amenazas requiere una respuesta adecuada y, con frecuencia, la cooperación internacional.
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